miércoles, 30 de noviembre de 2011

No somos una historia paralela

Muchas han sido las mujeres protagonistas de la historia de lo que hoy es llamado Colombia. Muchas mujeres han dado su vida por causas bien reconocidas en nuestra actualidad, muchas han sido líderes en ámbitos académicos, industriales, etc., y muchas han sido conscientes de los diferentes tintes de opresión de los que han sido sujetas a pesar de su constante lucha. La historiografía sobre Colombia poco ha hecho por reflejar estas historias de lucha y acción de las mujeres. Los estudios históricos van, por un lado, contando historias y, por otro lado, contando algunas pocas historias sobre mujeres. Así, por ejemplo, en “la historia sobre la independencia”, se habla de las historias de la independencia (con “s”: copiosas historias en las que confluyen una serie de nombres masculinos), la historia de Policarpa Salavarrieta, la historia de Manuelita Saénz, la historia de María Concepción Loperana, etc. Historias fragmentadas, muchas veces pasionales, o con un inicio que, casi de forma inexorable, arranca con al menos la mención de un hombre. “Metodología” quizá justificable desde una interpretación antropológica por el contexto de la época, pero fácilmente criticable en las historias sobre la mujer colombiana de hoy: lindas páginas de prensa (por lo general) en las que se inscriben un montón de resúmenes biográficos desarticulados a la historia del país, mientras que “la historia del país” se cuenta bajo (casi) total omisión de las protagonistas mujeres y, de hecho, de la mujer, de las mujeres, de las colombianas. Pero, bueno, ahí vamos, cada vez más en la historia y en la legislación se evidencia el interés por incorporar a la mujer en la vida del país.

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