domingo, 11 de diciembre de 2011

Trabajo infantil indígena


MORALES THOMAS, Patrick. (2010). “Trabajo infantil en la Sierra Nevada de Santa Marta”. En: François Correa Rubio (Editor), Infancia y trabajo infantil indígena en Colombia. Bogotá : Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá, Facultad de Ciencias Humanas.

http://atanquez.wordpress.com/page/6/
Patrick Morales nació en 1969 (Colombia), es antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia y doctor en antropología social de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Ha realizado múltiples trabajos relacionados con los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, en especial sobre el pueblo Kuankamo. Su área de investigación abarca temas de identidad, idiomas indígenas, memoria histórica y re-etnización.

En este trabajo Morales Thomas se sumerge en el debate sobre la capacidad de agencia de los pueblos indígenas a partir del análisis de un tema espinoso, por las notaciones que ha tomado en la escena política y de opinión pública en el país: el trabajo infantil. Esta situación fuertemente criticada y practicada en la sociedad no indígena del país, significa, de igual forma, una cuestión polémica en el contexto de los pueblos indígenas; pues, además de existir un rechazo a la explotación infantil en trabajos mal que bien remunerados o, en el peor de los casos, bajo la figura de del reclutamiento en grupos ilegales armados, al hablar del trabajo infantil en los pueblos indígenas es necesario incorporar su construcción de la noción de trabajo y de la “imagen de infancia”, en palabras del autor.

Morales aborda estos temas a fin de dilucidar la concepción de trabajo infantil e interpretar su práctica en los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Para esto, el autor elabora: un contexto histórico y geográfico de la zona, enfatizando en el proceso de colonización y la dependencia económica anexa; una revisión de la organización social en Atánquez y de los cambios que está ha tenido, así como de la re-etnización entre los kankuamo (fortalecida desde el reconocimiento multiétnico y pluricultural de la nación); una exposición de las actividades que desarrollan los niños y las niñas en Atánquez en relación con la alimentación y los vínculos familiares; una clasificación del trabajo infantil en la zona de acuerdo al Convenio 182 de la OIT (como el trabajo a cambio de ayudas o el trabajo en labores agrícolas migratorias); y un análisis de la interacción entre escolarización y trabajo infantil. En cuanto a la relación entre indígenas y colonos, Morales señala que los primeros se insertan en el orden económico de forma desfavorable, en tanto que los colonos, ya inmersos en una economía de condiciones de intercambio desiguales, trasladan la carga a los indígenas a través de su explotación comercial. Esta situación se traduce en una exigencia de mayor tiempo de labor para los indígenas, adultos e infantes, en los cultivos propios y en fincas vecinas.

Ahora bien, Morales propone que el trabajo infantil en estos pueblos indígenas se comprende en el entorno comunitario. Así, el proceso de socialización de los infantes se da a la par de la educación de éstos en las labores y prácticas comunitarias. Morales muestra las diferentes tareas que asumen los infantes (algunas distinguidas por género) en las distintas etapas de su vida (no necesariamente correspondientes a un rango de edad) y cómo dichas tareas se conectan con las relaciones entre los integrantes del núcleo familiar y con el consumo de alimentos. Por ejemplo, los infantes alrededor de los cinco años son encargados “de llevar alimentos a los hogares que hacen parte del sistema de intercambio alimentario”; más adelante, los niños acompañan a los padres a las rozas y las niñas a las madres en las tareas de aseo y preparación de alimentos. En este acompañamiento los infantes aprenden “la mayor parte de los conocimientos prácticos y teóricos requeridos para desempeñarse” en su medio; de igual forma logran apropiar los “elementos simbólicos claves en el proceso de construcción de la identidad”. En contraste, los conocimientos ofrecidos en la escuela parecen no ser los suficientemente atractivos como para evitar la irregular asistencia, la repitencia de cursos y la deserción, principalmente en niños, quienes, con más frecuencia que las niñas, prefieren dedicar mayor tiempo a las actividades agrícolas.

De esta forma es necesario que las medidas que se sugieran y/o busquen aplicar con respecto al trabajo infantil, sean resultado de un esfuerzo por comprender el contexto e interpretación particular del trabajo infantil en los pueblos indígenas (el arriba descrito tan solo es el caso de los Kankuamo). Incluso podríamos aventurarnos a proponer aristas diferentes a las establecidas por la OIM, en función de distinguir aquellas formas inaceptables de explotación, el trabajo infantil indígena remunerado trasgresor de las prácticas tradicionales del pueblo en cuestión, y el “trabajo” infantil que hace parte de los mecanismos de inmersión del infante en las prácticas comunitarias (los cuales también pueden ser identificados y caracterizados para la cultura mayoritaria del país).

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