sábado, 31 de diciembre de 2011

Justicia quimérica


Además del amor por el análisis deductivo profesado por el personaje de invención de Conan Doyle, quien refleja el espíritu cientificista de la época (s. XIX), existe un elemento igualmente recurrente en la saga de Sherlock Holmes: la justicia por mano propia. Los sujetos a quienes suele dar captura Holmes, en compañía del doctor Watson, llevan tras de sí historias de vieja data y muy dependientes del sentimiento de la venganza. Más allá del debate filosófico y moral sobre la venganza y, si se quiere, sobre su costo-beneficio, un aspecto a analizar es la justicia de mano propia; aquellas acciones violentas y juzgadas como criminales, que una persona acomete a raíz de la insatisfacción que le produce la impunidad sobre un crimen.

Una prescripción de los hechos, corrupción, permisividad o complicidad de las autoridades, vulnerabilidad (por amenazas contra la vida o por hechos discriminatorios) y otras causas de impunidad y de negación del derecho a la verdad parecieran fomentar, no precisamente justicieros tipo el Zorro o Batman, sino personas capaces de asumir la responsabilidad de llegar a la verdad y a juzgar, aunque evadiendo principios que ya han sido consagrados en el sistema judicial de cada país. Quepa aclararse que los sistemas penales son evaluados a partir de indicadores que permitan estimar la tasa de impunidad y arbitrariedad de los mismos.
(Los valores normativos que debe respetar, promover y garantizar el sistema penal en un Estado social y democrático de derecho se agrupan en: (i) debido proceso; ii) derechos de las víctimas; iii) independencia; iv) oralidad; v) eficiencia; vi) calidad; vii) selectividad; viii) reducción de la impunidad o persecución efectiva de los delitos; y ix) confianza - Observatorio de la Justicia Penal Colombiana-)

En las historias de Sir Arthur Conan Doyle, estas personas, poseedoras de una determinación correspondiente a la magna responsabilidad que se cargan frente a la impunidad, no se convierten en canallas. Los protagonistas de algunos de los casos abordados por Holmes, durante años alimentan el dolor de la pérdida (resultado del crimen) y maquinan una intrincada estrategia para evitar ser culpados, pero que preferiblemente les consienta evidenciarse ante el culpable de sus tragedias y, en ocasiones, que les permita dar la oportunidad a éste de redimir sus culpas demostrando arrepentimiento y cambio, con lo que evitarían cometer un crimen ellos mismos. Si bien atropellan elementos como el debido proceso, la independencia o la calidad del proceso, llegando a cometer crimines sobre personas inocentes, estas personas no son descritas por el autor de modo que parezcan los antagonistas de sus relatos y novelas. Este rol es encarnado por personajes como los inspectores Gregson y Lestrade o aquellos que evadieron la justicia y propiciaron el desarrollo de las historias, sin llenar por completo un papel de antagonista típico.

¿En qué medida podrían justificarse estas acciones de justicia? ¿Constituyen realmente justicia? ¿Son una resolución de conflictos que aún así se tratan de impunidad (relativa)? Entendiéndose impunidad relativa como imposición de castigos poco (o nada) apropiados o como impunidad a nivel de criminalidad organizada; ¿Conducen estas acciones a la verdad o a una satisfacción espuria?

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