De la última obra de Shakespeare, la obra teatral La tempestad, se dice que presenta entre sus personajes ficticios aquellas personalidades (existentes) de interés para el dramaturgo, así como el contexto político de su época. Cabe señalar que en la obra también se exhiben los conocimientos del autor sobre magia y sus reflexiones acerca de la existencia y la vida.
Sobre el contexto político, resalta aquello que incumbe a la posición colonialista de Europa. En La tempestad se puede observar una representación de la construcción del salvaje, bajo el personaje de Calibán (fonéticamente similar a caníbal). Calibán es un personaje monstruoso, hijo de una hechicera, único habitante de la isla (nativo u exótico –el otro) y nunca antes contactado por la civilización (un hombre natural). Él recrea la idea europea del salvaje. En un personaje con limitaciones para interactuar con los náufragos, con ciertos atributos referidos a la sexualidad (intenta violar a Miranda, el personaje femenino de la obra) y que resulta siendo manipulado y condicionado por estos. Se trata de un acondicionamiento que recuerda el adoctrinamiento y la esclavización de los pueblos de América por parte de los conquistadores (quienes en última instancia también podrían llamarse náufragos, al haber dado sin intención con el continente que habría de ser llamado América).
Roger Bartra desmenuza la idea del salvaje y la historia de su construcción en el libro EL salvaje en el espejo. Este es un trabajo que no pretende hablar sobre la sociedad del otro (del salvaje), sino sobre la sociedad de sí mismos: de “la civilización” y sus imaginarios. Y esto es porque la historia del modo en que los europeos comprendieron en un principio la existencia de los pobladores del continente que venían de descubrir, se remonta a siglos precedentes al propio en el que tal hecho ocurriera. La idea de la existencia de seres entre lo bestial y lo humano surge en el siglo XII, como manifestación de la separación entre lo natural y la civilización, entre el animal y el ser humano. Se trata de una representación sin evidencia alguna, fruto de múltiples manifestaciones culturales y artísticas, que encontró una forma de corporizarse en los habitantes del lejano y “nuevo” continente. De modo que, el salvaje no encarna a quien se le asigna tal mote, sino que refleja lo desconocido, los miedos y el entendimiento de quien lo profiere. A esta interpretación responde el personaje bestial en la obra de Shakespeare.
Recordemos la similitud fonética entre Calibán y caníbal y de interpretación entre el acto fallido de violación a Miranda y el canibalismo. El ‘otro’ en La tempestad incorpora pues al caníbal. Calibán es agreste y luchador (se opone a Próspero) como la representación de los caribes en las narraciones de Colón y de los conquistadores. Arens (1981) aborda la construcción del mito del canibalismo y el rol de la antropología en dicho proceso. El autor señala que el interés por indagar las culturas y la idea de que otros (lejos de uno mismo) consumían carne humana aparecieron en la literatura occidental en la misma época.
Estas representaciones, del salvaje y del caníbal, son expresión del orden, de las relaciones de poder jerarquizadas. En La tempestad es visible la relación de dominación ejercida por Próspero y hacia Calibán. La identidad de este último se define bajo esa relación colonial (hegemónica), como podría decirse en los términos expuestos por Aníbal Quijano en Colonialidad del poder y clasificación social. En dicha relación se observan los elementos que Quijano señala acerca del conflicto entre dominado y explotador:
(…) el control de los siguientes ámbitos de existencia social: (1) el trabajo y sus productos; (2) en dependencia del anterior, la “naturaleza” y sus recursos de producción; (3) el sexo, sus productos y la reproducción de la especie; (4) la subjetividad y sus productos, materiales e intersubjetivos, incluido el conocimiento; (5) la autoridad y sus instrumentos, de coerción en particular, para asegurar la reproducción de ese patrón de relaciones sociales y regular sus cambios. (Pp. 345).
Para Quijano esta manifestación del eurocentrismo es latente en las relaciones de clase, en las que históricamente se construye patrón alguno de poder. En este sentido, podría verse la interacción entre Próspero y Calibán como la forma en que se estructuró la imposición del “civilizado” sobre el “natural”.
Si nos remitimos a la conclusión de Bartra acerca de la materialización de la idea del salvaje en la población de América, podemos encontrar que el orden estructural de imposición entre la civilización y la naturaleza también se materializó en dicho continente. Sin embargo, la obra de Shakespeare no es una referencia directa a este hecho, sino a la construcción interna (europea) de la visión del otro y del mundo en general, a las realizaciones del mundo ‘civilizado’, a la construcción de su propia identidad.
BibliografíaShakespeare, William. (2000 (1611)). La tempestad. Trad. Cohen, M. & Speranza, G. Bogotá: Grupo Editorial Norma.
Quijano, Aníbal. (s.f.) Colonialidad del poder y clasificación social. Disponible en: http://cisoupr.net/documents/jwsr-v6n2-quijano.pdf (consultado el 8 de diciembre de 2011).
Bartra, Roger. (1992). El salvaje en el espejo. México: UNAM y Era.
Arens, W. (1981 (1979)). El mito del canibalismo, antropología y antropofagia. Trad. Mastrangelo, S. México: Siglo XXI Editores.
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