------------- En construcción -----------------
Como todas las noches, antes de dormir, veía a las personas con las que hablaba a diario desfilar en su mente; confundida entre pensamientos y sueños, en un estado de inmovilidad mortuoria, calculaba el futuro en el que ellos o algunos de ellos estuvieran muertos.
Una noche no llegaron aquellas imágenes. Su mente casi en blanco, únicamente albergaba la sensación que había tenido durante todo el día y no lograba explicar: tenía unas inmensas ganas de vomitar, sentía que estaba intoxicada por el mundo. Pero, en su fría habitación, sólo esperaba la cotidianidad de esas ideas que fluían antes de dormir. Decidió levantarse por un libro que cumpliera esa función conciliadora y de tranquilidad de sus visiones en cada noche; pero, en medio de una profunda oscuridad, lo único que logro ver fue su reflejo en el espejo de la pared opuesta a su cama. Era ella aunque algo menos 'armónica' de lo normal, sus huesos se veían más marcados, su cabello más desalineado, sus ojos más profundos. Pretendió acercarse a si mima, pero se detuvo al ver que su imagen se alejaba tras ese intento.
Quiso adivinar lo que pasaba, pero se cruzó por su mente la idea de que nunca había premeditado su muerte, quizá porque no era de su interés: dado el caso, no diferenciaría entre un estado y otro, o simplemente, nada aseguraba la inmortalidad de su alma. Pero le aterraba la sensación de encontrarse atrapada en una angosta caja, rodeada por diferentes olores de vida y húmeda por las lagrimas de algunos.
Cuando se percató había estado alejándose del espejo, tanto que su reflejo se había acercado lo suficiente para salir de su encierro de cristal, ahora sabía que "ella" estaba en algún rincón de la casi nublada habitación. Percibía un olor penetrante, tal vez el olor que siempre le hizo falta a las 'visiones' que tenía de aquellos conocidos, que cada noche observaba cubiertos de "muerte". Entonces, sí, si era "ella" su reflejo de agonía, del fin, y sabía que era "ella" quien la estaba observando.
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Confundida, pero inalterada, comprendía que debía hacer que "ella" volviera al espejo, para así recuperar la cotidianidad de ambas; pero, cómo si no lograba verla. En realidad no podía ver nada, a diferencia de "ella" que estaba acostumbrada a vivir en la oscuridad de su habitación paralela.
Ensimismada en esos pensamientos, logró ver un movimiento. Ajá, era "ella". En un instante descubrió entre las sombras "su" silueta, sólo que ya era tarde: ahora ella estaba encerrada. No sabía si en ella dominaba el desconcierto o la humillación, pues principalmente la embargaba la sensación de un frío extremo, helado, empezó por sentir su piel fría, cada uno de sus músculos se hizo rígido, sus huesos le tallaban como si estuvieran consumiendo sus propios tejidos, y sentía que la sangre ya no circularía más, pues estaba demasiado congelada. Era demasiado frío... demasiada soledad.
Abandono y encierro que no le molestaban; Pues "ella" podría vivir mejor afuera, porque "ella" la había estado observando desde siempre, comprendía muchas cosas que ella no, quizá entendía incluso la muerte, no tendría tantas preguntas y... no tendría visiones innecesarias. Mientras que ella, que ha vivido sin conocer lo que cree que es la realidad, podría llegar a adaptarse en ese nuevo mundo que parecía simple y confortable para ella.